Mi madre iba a ser operada de cataratas, así que me ofrecí a tranquilizarla durante la operación. Iba a estar despierta y estaba aterrorizada.

Empecé a despejarla antes de que se levantara de la cama, durante toda la operación. Fue todo un torrente de ansiedad, miedo, llanto, terror, etc. Supe que la operación había terminado cuando las emociones cesaron bruscamente. Imaginé que estaba sufriendo un suceso horrible, basándome en las emociones que veía. Cuando hablé con ella más tarde, me dijo que estaba completamente tranquila y que no había sido para tanto.

Decidí que había desechado las emociones tan rápido como su subconsciente podía crearlas. Su mente consciente nunca tuvo tiempo de conectar con ellas.

- Anónimo