Durante una de mis sesiones de tratamiento, se determinó que tenía una emoción heredada (trece generaciones atrás) de desesperanza. Inmediatamente comprendí que toda mi vida, cuando las cosas iban mal, me sentía desesperanzada. Esto fue perturbador para mí porque confío en mi Padre Celestial para todo. Sé que Él provee para mí. Me sentí avergonzada de sentirme desesperanzada, sabiendo que el Padre Celestial SIEMPRE cuida de mí.

Desde que esta emoción heredada ha sido limpiada, he visto una diferencia dramática en cómo manejo la decepción y las circunstancias perturbadoras. Ya no me siento desesperada. Me siento muy feliz.

- Marilyn M.