Mi primer cliente animal fue un gato, Jake, que vive en Inglaterra. Yo vivo en los Países Bajos.

Jake se lamía tan vigorosamente todo el día que se le quedaron las patas calvas y se le inflamó la piel de las patas. El veterinario probó de todo, desde pastillas a inyecciones, pomadas, etc. Nada funcionó. Jake tampoco quería estar cerca de su dueña y se escondía debajo de la mesa o detrás del sofá.

Con The Emotion Code, descubrí que Jake tenía algunas emociones atrapadas: confusión, pena, abandono, culpa y tristeza. Resultó que el anterior dueño (macho) de Jake había fallecido repentinamente 4 años antes. Los dos habían sido inseparables. Jake no entendía por qué su dueño ya no estaba allí. Eso le confundió y le entristeció mucho. Los gatos se consuelan lamiéndose. Se sentía culpable y pensaba que todo era culpa suya.

La dueña y yo liberamos estas emociones atrapadas de Jake. Estaba muy emocionada mientras trabajábamos con él. Dos semanas después, me envió una foto de Jake. Estaba acurrucado en su regazo. Era un gato feliz de nuevo. Toda la inflamación había desaparecido y empezaba a crecerle pelo nuevo en las patas.

Después de eso, vi una foto de la dueña de Jake en facebook, con una sonrisa radiante. Todos sus amigos no podían creer lo feliz que parecía después de tantos años. ¡Qué fantástico efecto dominó!

~Diny H.