En julio de 2012, mi hermana Laurie estaba de visita un fin de semana y quería liberar algunas emociones atrapadas. Le pregunté si tenía algún problema físico sobre el que pudiéramos trabajar y me dijo que experimentaba un dolor agudo en la planta del pie izquierdo unas cuatro veces por semana. Calificó el dolor con un "ocho" y dijo que cuando le ocurría tenía que dejar de hacer lo que estaba haciendo y concentrarse en respirar. Entonces procedimos a liberar una emoción atrapada ese día porque eso era todo lo que su subconsciente le permitía. Al día siguiente decidimos ver si se podía liberar algo más y ella dijo: "Por cierto, anoche en la cama me despertó el dolor de pies, pero no era tan fuerte como antes". Entonces liberamos otras cuatro emociones atrapadas.

Una semana después, recibí un mensaje de Laurie en el que me decía que esa semana no le había dolido el pie en absoluto. Ese mismo día estaba hablando por teléfono con mi madre. Ella dijo que Laurie menciono que habiamos liberado algunas emociones atrapadas. Le dije que lo habíamos hecho y le conté sobre el dolor que Laurie tenía en su pie izquierdo y que acababa de enviar un mensaje diciendo que había desaparecido. Mi madre dijo: "Es curioso, a mí me duele la planta del pie izquierdo varias veces a la semana, no sabía que a Laurie también". Le pregunté cuándo recordaba haber sentido el dolor por última vez y me dijo que el fin de semana pasado, que era el fin de semana de la sesión de mi hermana. Le dije a mi madre que aguantara mientras tomaba mis notas y, efectivamente, la única emoción que soltó mi hermana ese primer día fue "Orgullo heredado de mamá".

De esto hace ya casi cuatro años, y cuando hablé con mi madre y mi hermana para que me dieran permiso para contar esta historia, ambas me confirmaron que seguían sin sentir dolor.

- Christine Zirbel (California, EE.UU.)