Mi Muro del Corazón tenía 30 metros de grosor y estaba hecho de fuego. Recordé el temperamento ardiente que tenía de niña y esto tenía sentido. A medida que limpiaba cada una de las once emociones atrapadas, las historias de ira, humillación y vergüenza resurgían en mi conciencia. Desde que limpié estas emociones, las pequeñas cosas no me afectan tanto. Tuve un conflicto con un compañero de trabajo que en el pasado me habría molestado mucho, pero esta vez lo superé con facilidad y gracia y todo acabó funcionando de maravilla. Sobre todo, mi mujer dice que ha notado una gran diferencia en mi comportamiento, tanto que me ha preguntado si podía ver si tenía un Muro del Corazón y si podía despejárselo.

~P. Scott Stringham