Utilicé Emotion Code con mi perro Shar Pei. Estaba muy angustiado cuando salió. Había destrozado las puertas delantera y trasera de la planta baja, aunque todavía podía entrar en la casa de arriba. Llegó un momento en que nos planteamos sacrificarlo. Desde que terminamos una sesion con el, ha sido un perro totalmente diferente, sentado felizmente solo afuera, corriendo y jugando con nuestro otro perro. La otra cosa asombrosa que hace ahora es jugar bajo la manguera y disfrutar de un baño, ninguna de las cuales había hecho antes. Lo mejor es que no ha tocado una puerta desde la sesión. Nuestra familia está muy agradecida por haber encontrado The Emotion Code.

~Amanda Schiffmann