"Quería liberar cualquier emoción que estuviera contribuyendo a que tuviera una respuesta de enfado defensiva hacia mi marido. Era casi incontrolable cuando sentía que no estábamos de acuerdo. Ambos nos poníamos más ruidosos y agresivos incluso cuando me decía intencionadamente: "Para, aléjate, responde con amor, etc.". Parecía que no podía controlar mi mal genio y mis gritos. Liberamos una emoción/miasmo heredado de mi madre/padre/madre. Los tres tenían este problema de gritar y recuerdo sentirme tan temerosa e intimidada por este rasgo en ellos. Gritar y ser agresivas era parte de ellas. La emoción atrapada fue liberada y ahora siento un verdadero control sobre mis respuestas. Se acabaron los gritos rápidos y furiosos. Se acabó".

~Shanda J., EE.UU.

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