"El muro de mi corazón medía 273 km y estaba hecho de ladrillos. La protección de este muro me permitía sobrevivir, pero al mismo tiempo me separaba mucho de mis seres queridos y me creaba una actitud distante, fría, de "no me importa nada". Trabajar para disolver mi Muro del Corazón me devolvió la compasión, la comprensión, la conexión y los sentimientos. Me demostró que la vulnerabilidad da fuerzas. Puedo volver a escuchar a mi corazón. Aún queda trabajo por hacer, ya que mi muro aún tiene 2 km de grosor con 273 emociones y, con todo mi corazón, estoy deseando ser completamente libre pronto."

~Joanna B., GB

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