Me llamaron de un pequeño rancho para ver si podía ayudar a un caballo. Los propietarios lo habían rescatado hacía 4 años como una forma de retribuir toda su abundancia. En aquel momento tenía unos 6 años y estaba hecho un saco de huesos. Les llevó dos años recuperar su peso. Cuando lo vi por primera vez, por fuera tenía buen aspecto, buen peso, pelo brillante, muy bien cuidado. Sus ojos contaban otra historia: estaban apagados. Cuando lo ataron para sacarlo del establo, caminaba muy rígido, sin doblar las rodillas y no podía girar con fluidez. Había estado recibiendo masajes regulares y quiropráctica. El quiropráctico había estado allí un par de días antes y dijo que no podía ajustarlo ese día, estaba demasiado dolorido.

Empecé la sesión de Emotion Code y había liberado un par de emociones cuando surgió la emoción de la pena. Entonces pregunté dónde se encontraba y en el instante en que me llegó el corazón, sentí como si una ola de energía saliera de él y me empujara hacia atrás asentándose en mi pecho. De hecho, sentí que la energía me golpeaba. Fue abrumador y todo lo que pude hacer fue no romper a llorar delante de mis clientes. No estaba preparada para eso, he sido hipnoterapeuta durante muchos años y tengo un buen escudo. Nunca antes había experimentado algo así. La emoción fue tan fuerte que no pude hablar durante unos instantes. Cuando más tarde me disculpé con la dueña y le conté lo que había pasado me dijo "¡Oh! Yo también sentí eso pero pensé que era sólo yo, lloro por todo". Entonces su marido dijo que él también había sentido algo (estaba a unos 6 metros) pero que no sabía lo que sentía. No se dio cuenta de que estaba relacionado con lo que había pasado con su caballo. Cuando lo volvieron a meter en su establo, caminaba un poco mejor. Volví dos días después e hice otra sesión corta. Me di cuenta de que sus ojos eran un poco más brillantes y su andar era mucho mejor.

Dos días más tarde este es el informe de los propietarios: Sacan a todos sus caballos todos los días en 20 acres. Siempre era el último en llegar por la noche, yendo despacio detrás de los demás. Esa tarde fueron a buscarlos para que pasaran la noche y él llegó galopando hasta la puerta con el caballo que iba en cabeza. Dijeron que era la primera vez que lo veían galopar en 4 años. Y no sólo eso, ahora tiene brillo en los ojos.

A veces damos por sentado que los animales tienen emociones. Y parece que, al igual que los humanos, a veces es más de lo que pueden soportar y esa energía queda atrapada. Qué herramienta tan increíble para ayudarles a liberar esta energía.

Debbie Barcon ~ Show Low, AZ