La música nos rodea, pero ¿con qué frecuencia la sientes? Lo más probable es que todo el tiempo -bueno o malo- estés reaccionando a la música que escuchas. Al igual que tú eres una suma de energía, la música constituye un entorno energético al que responder y con el que conectar. En consecuencia, la música tiene un enorme impacto en todo lo que haces. De la compra a la cocina, de la meditación a la conducción: la música influye en cómo percibimos las cosas, establece recuerdos y modifica nuestros estados de ánimo y comportamientos. Las notas suaves y prolongadas centran nuestro estado de ánimo hacia un estado tranquilo y sosegado, mientras que los sonidos bruscos y distorsionados pueden aumentar la ansiedad y ponernos de un humor agresivo. Sin embargo, lo más importante es reconocer que la respuesta a la música es relativa.

Cada individuo reacciona de forma diferente ante la música, incluso cuando escucha la misma canción. La música tiene la capacidad de hacernos sentir felices, tristes, contentos y triunfantes, pero no hay dos personas que tengan exactamente los mismos sentimientos ante los sonidos que escuchan. Sin embargo, tenemos respuestas físicas similares, como cambios en la respiración y variaciones en el ritmo cardíaco, pero como todos funcionamos con distintos niveles de energía y experiencias que influyen en nuestras impresiones, no hay dos experiencias idénticas.

Identificar por qué la música influye en nuestro estado de ánimo no es tan objetivo como podría pensarse. Aunque algunas canciones son obvias, como la evocadora "Someone Like You" de Adele, que se debe posiblemente al ornamento musical conocido como "apoyatura" (una disonancia acentuada entre una nota y la melodía precedente), otras canciones, como la naturaleza hostil del heavy metal, pueden provocar inesperadamente efectos calmantes. También se sabe que los efectos terapéuticos de la música disminuyen la ansiedad de los animales y afectan al crecimiento de las plantas. En general, los experimentos entre música clásica y rock, al igual que los realizados con animales, plantas y bebés, indican un movimiento de avance o positivo hacia los tonos intermitentes y gráciles de las canciones clásicas frente a un movimiento de distanciamiento cuando se exponen a música contundente y discordante. Experiméntelo usted mismo. Haz una prueba muscular con "You Belong To Me" y "Painkiller " (no hace falta que dure más de 2 minutos) y graba tu propia respuesta. ¿Qué canción le gusta más a tu cuerpo?

También hay que señalar que existe cierta ciencia, y manipulación, en la relación entre el estado de ánimo y la música. Por ejemplo, nuestras mentes están programadas de forma innata para responder positivamente a los acordes mayores, mientras que los menores infunden tristeza o miedo. Escuche cómo este pianista muestra el innegable efecto de una diferencia muy leve de sólo 3 notas en "Fur Elise" de Beethoven . ¿Siente la felicidad que emana de las notas cuando toca la canción en la mayor y pasa a mi mayor? No es ninguna broma: hay algo en la idea de que existen "fórmulas" para las canciones que se popularizan y ese algo es tu reacción subconsciente cuando te expones a ciertas cadencias, melodías y sonidos.

Su respuesta a la música no es sólo producto de la música en sí, sino de sus asociaciones con ella. En otras palabras, la música influye en nuestro estado de ánimo tanto como nuestro estado de ánimo influye en nuestra opinión sobre la música. Harry Witchel utiliza el violento ejemplo de una escena de "La naranja mecánica" para explicar la asociación mental con la música, citando que "los sentimientos suelen ser muy personales e idiosincrásicos". Piense en la canción de su boda o en la "Marcha nº 1 de Pompa y Circunstancia", estas canciones suelen tener una connotación positiva que le hará sentirse cálido y nostálgico. Pero, ¿y si su matrimonio no funcionó? Puede que la canción de tu boda no tenga esa consideración, sino que más bien será desfavorable. Lo mismo ocurre siempre que escuchas una canción: si estás de mal humor, es más probable que te desagrade o critiques una canción. Al igual que las vibraciones de un diapasón afectan a la frecuencia de una habitación, tu actitud vibra con una canción y viceversa. Por eso, cuando sientes una emoción determinada, te apetece una canción concreta: tu cerebro busca activamente la música para manipular una emoción deseada.

La próxima vez que escuches una canción, piensa en cómo responden tu cuerpo y tu mente. ¿En qué estado de ánimo te encuentras? ¿La canción vibra con ese estado de ánimo o tus vibraciones están afectando a tu impresión de la música? ¿A qué frecuencia vibra la música? Escucha la respuesta de tu cuerpo y reconoce las emociones que te provoca la música.

por Britt Witt