"El segundo perro con el que trabajé con el Código de las Emociones® era un labrador dorado adorable, viejo y con sobrepeso. Lo único que hacía Kizzy era comer y dormir, de ahí su problema de peso. Kizzy pertenece a Garrett, un joven de 19 años que lleva dos años fuera de casa. Las dos primeras emociones atrapadas que encontramos fueron de tristeza. Haciendo más preguntas, era evidente que Kizzy sentía tristeza por la marcha de Garrett, así como por el inesperado fallecimiento de su madre cuatro años antes. El mes anterior a mi llegada, el chihuahua de 16 años de Kizzy también tuvo que ser sacrificado. Sentí su tristeza y lloré con ella. Liberamos esta emoción atrapada y dos más. Mientras caminaba hacia mi coche para irme, Kizzy me dio un zarpazo en la pierna y me arrodillé ante ella mientras me lamía la cara. Luego corrió en círculos a mi alrededor, corriendo aquí y allá, volviendo a lamerme más la cara. Incluso intentó saltar un par de veces. Su familia apenas podía creer los resultados que estaban viendo en Kizzy".

~Stephanie A., Utah, EE.UU.

Aunque Discover Healing no puede garantizar ningún resultado específico y los testimonios enviados no constituyen una garantía o predicción con respecto al resultado de cualquier persona que utilice el Emotion Code® o el Body Code™ para cualquier asunto o problema concreto, los testimonios publicados reflejan las experiencias de estos usuarios específicos.